Juan, de 60 años: “Yo sí tengo miedo, pero qué hacemos si tenemos que salir a trabajar a fuerza”

En México, las personas de la tercera edad, el grupo que más ha sido castigado por el Covid-19, carecen de opciones de ingreso que les permitan aislarse para evitar contagios. Ningún gobierno ha planteado un plan para compensarles si dejan sus lugares de trabajo, que paradójicamente pueden ser espacios muy concurridos como el Metro o los supermercados

“Pues yo no sé si sí o si no creer”, dice la oficial Cruz mientras abre la puerta de acceso gratuito a un adulto mayor para que entre al Metrobús.

Cruz no está segura de si la pandemia del coronavirus es una amenaza real. Aunque por supuesto, dice, le preocupa, sobre todo porque tiene 61 años.

Además de la seguridad en la estación, esta policía auxiliar está encargada de dar acceso al Metrobús a los adultos mayores y personas discapacitadas. De repente, las personas se le acercan para orientarse o simplemente saludar.

No es cosa menor, en la Línea 2 se mueven al día 180 mil personas. Cruz no lleva la cuenta de con cuántas personas ha tenido contacto en la jornada que inició a las 6 de la mañana y que durará doce horas.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los adultos mayores son particularmente vulnerables a infecciones graves derivadas del COVID-19. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el 80 por ciento de muertes asociadas al coronavirus en ese país son de personas de 65 AÑOS O MÁS, mientras en Italia, según datos del Instituto Superior de Sanidad, 48 por ciento de las víctimas mortales son personas mayores de 60 años. En China, según el Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, el 80 por ciento de las muertes por coronavirus han sido de personas mayores de 60 años.

En México, uno de cada tres adultos de 60 años o más trabaja, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2020 del INEGI, y hasta el 21 de marzo del 2020 solo había una restricción para que los empleados del gobierno de la Ciudad de México en este rango de edad dejaran de laborar. Porque en las semanas de contingencia, los políticos han invitado a los adultos mayores a quedarse en casa. Muchos no pueden atender ese llamado: si paran, no comen. Punto.

Cruz está tranquila, incluso estrecha la mano con extraños a pesar de las advertencias. No lleva guantes. No es la única, en varias estaciones de las líneas 1 y 2 del Metrobús, los policías continúan sin tomar medidas porque sus superiores no se los han ordenado ni les han facilitado material para protegerse.

 “Hasta el momento no me han dado indicación de usar algo, ni creo que nos vayan a decir”, lamenta.

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Juan, trabajador del servicio de limpieza de la línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo Metro, tiene 60 años y no puede parar: si no va a trabajar ocho horas diarias, seis días de la semana, el Metro no le paga mil 630 pesos quincenales, único ingreso con el que cuenta.

Juan todavía no alcanza edad para cobrar la pensión que da el gobierno federal a adultos mayores y no recibe otro subsidio a pesar de tener una discapacidad en el brazo izquierdo, ya que la pensión para personas con discapacidad es para personas de hasta 29 años.

«De que sí traemos miedo, sí traemos miedo; de que sí andamos pensando en eso, pues, en que hay mucha gente y no conocemos a nadie, pues», dice Juan. «Al menos yo sí tengo miedo, pero qué hacemos, si tenemos que salir a fuerza, sea como sea».

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El presidente Andrés Manuel López Obrador presume el programa de pensión a adultos mayores como uno de los programas clave en su administración.

En su primer año de gobierno, cuatro de cada diez personas mayores de 65 años vivían en situaciones de pobreza y 629 mil en pobreza extrema, por lo que el aumento de mil 160 a 2 mil 620 pesos bimestrales dignifica a los de la tercera edad, dice el presidente. 

El pasado 10 DE MARZO, la Cámara de Diputados reformó la Constitución mexicana para que la pensión sea obligatoria en todo el país, medida que está pendiente de avalar la Cámara de Senadores.

Ocho días después, López Obrador anunció que a los adultos mayores, que bimestralmente reciben 2 mil 670 pesos se les iba a duplicar este recurso para la siguiente entrega.

Sin embargo, solo es un adelanto, ya que el siguiente bimestre no recibirán la pensión.

«Que consideren que estamos incluyendo dos bimestres, y ya ellos son gentes muy responsables, pero de todas maneras no está demás decirles que administren bien», dijo López Obrador en su conferencia.

«Que se distribuyan 40 mil millones de pesos a los adultos mayores, que tengan estos recursos por si hace falta, bueno, a ellos siempre les es importante este apoyo, sobre todo porque hay muchos adultos mayores pobres; entonces, eso va a estar resuelto a más tardar la semana próxima», señaló el presidente un día después, el 19 de marzo.

Mientras que el gobierno de la Ciudad de México, con 31 casos de coronavirus al 21 de marzo, instruyó a los servidores públicos capitalinos de 68 años o más a no asistir a su centro de trabajo, como medida preventiva.

La secretaria de Salud de la Ciudad, Oliva López Arellano, pidió a su vez a los ancianos no salir de sus casas.

«Hay una invitación a que los adultos mayores ya se queden en casa y ya no vayan a estos sitios donde suelen asistir y donde hay aglomeraciones importantes como serían mercados o como serían también las iglesias, entonces ya que se sigan los adultos mayores quedando en casa», dijo el 17 DE MARZO en conferencia.

A pesar de que tiene dos trabajos, José Luis Casanova vive al día. Sus tardes las ocupa en un supermercado para tener un ingreso extra como empacador. En menos de 30 minutos, cuenta Luis, ha atendido en razón de una persona por minuto.

Está harto de escuchar sobre la pandemia en la que se convirtió el coronavirus: “los medios ya lo hicieron más grande”.

 Lo cierto es que desde hace días las personas han comenzado a hacer compras de pánico, lo que significa que José Luis ha tenido que guardar en bolsas más productos y que ha estado en contacto con más gente. En el supermercado, los estantes que lucen vacíos son los del papel de baño, comida enlatada y pastas. La gente parece estarse preparando para lo peor.

Él sigue incrédulo, no quiere ponerse los guantes ni el cubrebocas, aunque los guarda en el bolsillo. De hecho, ninguno de sus compañeros los utiliza. Pero no está molesto, al contrario. El peor escenario, dice José Luis, sería la cuarentena.

“Imagínate qué voy a hacer si cierran, nosotros vivimos al día, no puedo darme el lujo. Además, quiénes son los enfermos: los ricos. Son ellos los que viajan”, dice José Luis, un poco molesto por lo que él considera una paranoia.

José Luis regresa a la caja 12 a continuar su labor que termina hasta las 7 de la noche; para entonces, ya habrá recibido dinero de aproximadamente 300 clientes.

A otras personas entrevistadas sí les gustaría parar, pero no saben si sus empleadores apoyarán esa idea con salario íntegro. Por ejemplo, en el Senado, donde las autoridades tomaron precauciones desde el martes 17 pues entregaron a todos los trabajadores de limpieza cubrebocas y guantes de plástico.

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Aunque no todos están satisfechos con las medidas precautorias. Elvira Sandoval piensa que deberían detener labores hasta que la emergencia haya pasado.

Le preocupa porque sabe que el virus es más letal en una persona de su edad, con 60 años.  “Pero quién sabe si nos paguen mientras no trabajemos, eso es lo malo”, dice Elvira.

De los más de 5 millones de adultos mayores que trabajan en México, la mitad no recibe prestaciones, incluyendo el 15 por ciento que son comerciantes.

Es el caso de doña Ana, quien desde hace más de 20 años vende bolsas de rafia en la esquina de las calles Jesús María y Corregidora, en el Centro Histórico de la capital del país.

Doña Ana, de 74 años, no le teme al coronavirus ni a los cientos de personas que pasan cada hora en uno de los sitios más visitados, aún en la fase uno de la contingencia.

A lo que sí le teme es a los granaderos, ya que por su diabetes casi no ve y le pueden quitar su mercancía.

«Esta calle no nos mata de hambre, pero también hay que sufrir, no es nomás a la mesa puesta, el gasto es diario», dice. «Ya cuantos años tiene uno trabajando, y para encerrarse como pollo enjaulado para nosotros, y si no salimos a la calle no estamos a gusto en nuestra casa».

Doña Ana recibe su pensión de adultos mayores, pero no le alcanza para vivir, por lo que sigue siendo comerciante.

Lo mismo Mariano Hernández, que vende coladeras, matamoscas y limas en la banqueta de la calle Corregidora. De 80 años, Mariano no se ha dedicado a otra cosa que a ser comerciante, y dice que ya resiente las ventas por la contingencia.

«Hoy la venta ya está muy mala, pero cien pesitos diarios sí me llevo a la bolsa», dice.

¿Hasta los cuántos años piensa trabajar’», se le pregunta.

«Hasta que diosito me dé permiso, con que viva cinco años más», dice don Mariano, que ni se plantea dejar de vender para cuidarse del virus que está matando ancianos en todo el planeta.

Esta información fue publicada originalmente por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad en https://contralacorrupcion.mx/covid-19-adultos-mayores/

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